Cuenta El País que un hijo de Gaddafi, Hanibal, ha golpeado y agredido a unos sirvientes suyos y de su mujer (¿una de ellas?), estando en un lujoso hotel de Ginebra. Al parecer, se encontraban en Ginebra para que la mujer, embarazada de nueve meses, diera a luz. El hecho es que tras el escándalo del hotel, apareció la policía y se llevaron al hijo de Gaddafi a prisión dos días.
Añade el artículo que la hermana, abogada, fue a Ginebra y dijo que "aplicarán la política del ojo por ojo y diete por diente". Y eso han hecho, endureciendo las medidas contra ciudadanos suizos (encarcelando dos empresarios por inmigración ilegal) y planteándose el dejar de vender a Suiza petróleo y gas.
Ante esto, nuestra opinión es que, aunque hay que respetar todas las culturas, éstas no pueden saltarse a la torera los derechos humanos. No se puede agredir a unos sirvientes, primero porque no se debe agredir a nadie y segundo porque no son esclavos. Y no se pueden dejar pasar estos actos por el hecho de que quienes los cometan sean "supuestas" grandes eminencias.
Y lo peor es el intento de chantaje que se hace con el ojo por ojo, donde implícitamente se pide que estos señores sean impunes ante las leyes de otros países. Creemos que no se es más de izquierdas por estar siempre al lado de estas culturas oprimidas. Al igual que cuando son atacadas por la derecha más rancia se las defiende, cuando ellas atentan contra las leyes y los derechos humanos se las critican.
No deja en buen lugar Hanibal a su padre, un socialista que tras nacionlizar los recursos nacionales consiguió que Libia fuese el país africano de mayor PIB y que avanzó en la igualdad de la mujer en contra del islamismo tradicional.
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